Las pruebas genéticas se pueden utilizar junto con los tratamientos de infertilidad para mejorar sus posibilidades de tener un bebé sano.
Durante la fertilización in vitro (FIV), el óvulo se combina con el esperma en un tubo de ensayo para formar el embrión que luego se implanta en el útero para el desarrollo y crecimiento de su bebé. Las pruebas genéticas del embrión antes de la implantación le permitirán a su médico determinar si el embrión tiene alguna anomalía cromosómica o genética. La prueba generalmente se realiza el día 5 del desarrollo del embrión (etapa de blastocisto).
Las pruebas genéticas se pueden utilizar para:
- Busque genes específicos en el embrión que puedan producir enfermedades como hemofilia, anemia de células falciformes, fibrosis quística o distrofia muscular.
- Asegúrese de que haya una cantidad normal de cromosomas.
- identificar anomalías genéticas de significado poco claro.
Las diversas técnicas de pruebas genéticas incluyen:
- Hibridación fluorescente in situ (FISH).
- Polimorfismo de un solo nucleótido (SNP).
- Array de hibridación genómica comparativa (aCGH).
- Secuenciación de próxima generación (NGS).
- PCR en tiempo real (RT-qPCR).
Las pruebas genéticas previas a la implantación pueden ser beneficiosas en parejas mayores, aquellas que han sufrido múltiples abortos espontáneos y aquellas que no han tenido éxito a pesar de múltiples tratamientos de fertilidad.
Aunque los estudios clínicos emergentes sobre el uso de pruebas genéticas para mejorar las tasas de éxito de la implantación de embriones han sido alentadores, los beneficios de usar esta tecnología para mejorar sus posibilidades individuales de quedar embarazada deben discutirse con su médico o un especialista en infertilidad.
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